EN
RECUERDO DE JUANITA
El pasado 1 de Octubre murió Juanita Priego, para los miembros de
la Fraternidad Carlos de Foucauld, simplemente Juanita y ya estaba todo dicho.
Pero en recuerdo de ella queremos destacar algunos rasgos de su vida.
Nació en Bujalance, Córdoba, pueblo al que siempre se sintió
vinculada y donde ella expresó siempre que se sintió hija de Dios e hija del
pueblo, por que Juanita llevó arraigada en su vida estos dos amores, con una
conciencia de clase y de pertenencia al mundo del trabajo. Desde los once años
ya empezó a trabajar en casa de una señora para “hacer los mandaos”, hasta
jubilarse como limpiadora en un Instituto de su pueblo.
Las situaciones de explotación de aquellos años y lo padecido a lo
largo de su vida, no dejaron en ella el más mínimo signo de amargura, al
contrario, todo fue vivido como Don, y con la gracia y espontaneidad que Dios
le dio nos hizo reír con sus anécdotas.
Pero Juanita era mucho más, Dios se hizo presente en su vida y
ella lo “agarró” para ser su testigo en los más pobres y necesitados. Vivir
esta dimensión en su pueblo fue lo cotidiano. Su clarividencia para el
compromiso permanente con los últimos y su fidelidad de entrega hasta el último
momento fue una constante.
Las que hemos tenido la suerte de acompañar sus últimos meses lo
hemos vivido como una gracia de Dios.
La penosa y dolorosa enfermedad la acercó tanto al Dios en que
creía que sus últimos días fueron para pedirle constantemente que se la
llevara: - “El Señor está tan ocupado y se despista, que no me oye y yo quiero
que me lleve ya”.
En sus penosas horas de diálisis recitaba a San Juan de la Cruz,
que se sabía de memoria: -“Eso me consuela”.
Podríamos escribir un libro pero esta breve reseña nos obliga a
terminar. Creemos que con Jesús podemos terminar diciendo: “Te bendigo Padre,
Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste esto a los sabios y prudentes
y lo descubriste a los pequeños” (Mt. 11,25)
Su Fraternidad.